
El éxito de una lectura de Tarot depende de la habilidad, ética y experiencia del tarotista. Esta práctica no solo requiere conocimientos sobre los arcanos, sino también una actitud de respeto y compromiso con el bienestar del consultante. Un buen tarotista actúa como facilitador, ayudando al consultante a reflexionar sobre su vida, mientras evita juicios, manipulaciones o influencias que puedan limitar el libre albedrío.
Una lectura ética implica reconocer la autonomía del consultante y su capacidad para tomar decisiones informadas. Más allá de predecir eventos, un buen tarotista proporciona herramientas que fomentan el autoconocimiento y empoderan al individuo para enfrentar retos de manera consciente. Esto incluye ser transparente, evitar generar miedo y centrarse en el crecimiento personal.
Por el contrario, el mal uso del Tarot, ya sea por falta de preparación o intenciones cuestionables, puede distorsionar la información y causar confusión, alimentando la dependencia emocional o el miedo. Por eso, la formación constante, la introspección y la empatía son esenciales para ofrecer lecturas enriquecedoras y responsables.